Su nombre proviene de lo que implica su preparación, sólo se trata de un helado que se elabora a base de hielo y jarabe de frutas, que se obtiene de raspar un bloque de hielo con un raspador de metal cuya cuchilla gira por acción manual, la raspadura que resulta se coloca en el clásico vaso de plástico o en un papel parafinado, normalmente se utiliza más el vaso que el papel parafinado y se le agrega el jarabe del sabor preferido, entre ellos: parchita, tamarindo, limón, piña, coco-papelon, frambuesa, son los más conocidos, finalmente se cubre con una suculenta capa de leche condensada que, si es de la preferencia del consumidor colocarle un poco más, con sólo pedirle al raspadero le dará la ñapa.
El eterno testigo de los niños en el colegio también es conocido como "raspao", en el oriente del país le dicen "esnobol" o "esnobor", producto del anglicismo de la palabra snowball (bola de nieve).
Se dice que muchos raspaderos al final de su faena, lo aderezan con aguardiente para reparar el cansancio del día, algo similar a lo que hacen los turistas playeros que lo bañan en vodka.
Así pues, el raspadero es toda una figura emblemática de las plazas de los pueblos, de las ferias, de las fiestas patronales y sobretodo de las escuelas, tradición que se extiende a lo ancho de la geografía nacional.
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